miércoles, 22 de abril de 2015

Mare Nostro

Ría de Vigo, islas Cíes al fondo
El escritor Erri de Luca (Nápoles 1950) escribió esta oración laica hace tan sólo dos días. Cientos de personas acababan de perder la vida precisamente al intentar salvarla. Huían de sus países en guerra, huían del hambre y de la enfermedad, huían de la oscuridad de un futuro inexistente. Nosotros, como siempre, miramos hacia otro lado.


Mar nuestro que no estás en los cielos
y abrazas los límites de la isla
y del mundo con tu sal,
bendita sea tu profundidad.
Acoge las repletas embarcaciones
sin una senda sobre tus ondas,
a los pescadores que salen en la noche,
a sus redes entre tus criaturas
que regresan por la mañana con la pesca
de los náufragos salvados.

Mar nuestro que no estás en los cielos
al alba eres color de trigo,
al atardecer de uva y de vendimia.
Te hemos sembrado de más ahogados
que cualquier otra edad de tempestades.

Mar nuestro que no estás en los cielos,
eres más justo que la tierra firme
incluso cuando elevas olas como murallas
y después las bajas hasta la orilla.
Custodia las vidas, las visitas,
como hojas sobre el camino;
haz de otoño para ellos,
de caricia, de abrazo, de beso en la frente,
de madre, de padre antes de partir.



Erri De Luca, Piazzapulita 20 aprile 2015
[Traducción: Lula Fortune]

domingo, 12 de abril de 2015

Vilas 1

Costa da Morte. (Foto: Lulafortune)

Brutal debería escribirse con uve de Vilas.
Fragmento de The Holy Who, perteneciente al poemario El Hundimiento de Manuel Vilas, premio Generación del 27 de este año:

De adolescentes escuchábamos a los Who, noches de inexperiencia hasta la madrugada azul en bares pobres de los pueblos de España, en los años setenta, intentando vivir, intentando perder la virginidad, era lo que nos habían dicho.

Solo amábamaos a los Who y eso era suficiente, eso era el Todo ¿os acordáis? Eran los reyes de la vida legendaria; nuestros héroes, la versión mil millones de veces mejorada de nosotros mismos.
Keith Moon se murió muy pronto. Pasados los años, me he preguntado si Daltrey y Townshend y Entwistle lo lloraron lo suficiente.

Hay que llorar siempre, y mucho, un vasto torrente de lágrimas, cuando muere alguien como Keith Moon. Yo me habría pasado mil años llorando.
¿Llorásteis lo suficiente, hijos de puta? Treinta y dos pastillas de Clometiazol en su estómago, solo seis disueltas, con solo seis bastaba, las otras ventiséis intactas. Todo un hundimiento premeditado, qué bien.

(...)

Y el último, ¿qué sentirá el último? 
¿Estaréis a la altura del adiós?
(...)
Nada vale en la vida sino es eso: estar a la altura dorada del adiós, el gran adiós que conmueve a las estrellas, al cielo, al mar, a la luna, al desierto y a todas las ciudades de la tierra y al futuro de esas ciudades, al futuro de todos, al futuro de millones de adolescentes que viven en la pobreza, en la miseria, en la nada, que oyeron y vieron en vosotros la esperanza de una vida dsitinta.

(...)

Somos los Reyes de la Santa Tierra.
Somos los Who, tío.
Somos todo lo que existe.
Nosotros sí somos el Aleph y no Jorge Luis Borges.
La gente follaba con nuestras canciones.
La gente se despedía de sus trabajos asquerosos con nuestra música.
La gente se drogaba con nuestros gritos.
La gente se casaba con nuestro poder.
La gente se divorciaba con nuestras letras.
La gente podía morir con nuestras guitarras.
Nosotros quemamos el corazón de todos los jóvenes del Universo.
Haz tú eso, Borges, si sabes.
Nadie follaba leyendo un cuento tuyo.
Y si la gente no folla con lo que haces, dime, hermano, dime qué estás haciendo sino el vago.