domingo, 4 de junio de 2017

Elogio sentimental


Le perdí la pista hace mucho tiempo. Recuerdo algunas de sus últimas entrevistas, hundido dentro de su chaqueta, como si el tiempo lo hubiera ido menguando poco a poco. Transmitía una imagen de hombre serio, concentrado en pensamientos graves, con la amargura justa para decir grandes verdades, lucidez lo han llamado muchos.
Hoy ha muerto y aunque no era alguien que despertase mi simpatía, he sentido de pronto una gran deuda con sus escritos. 
Aunque ahora resulta muy difícil de imaginar, hubo un tiempo en mi vida adolescente en que los libros llegaban a cuentagotas, las imágenes escaseaban y las palabras leídas se devoraban con avaricia. Goytisolo pertenecía a ese tiempo, el mío. No recuerdo argumentos de su novelas, acaso no los tenían, pero sí mantengo vivo el peso de sus palabras, aquella prosa severa y magnífica que me fascinaba. Recuerdo que la literatura se hizo adulta en mis manos ignorantes, tal vez yo también un poquito. Señas de identidad, Reivindicación de conde don Julián, Juan sin tierra, Mackbara...fueron llenando sin tregua mis estanterías. Después, una no sabe por qué, el camino me fue llevando por estos o aquellos vericuetos lectores y lo abandoné. 
Pienso ahora que algo de aquella mirada imperturbable, azulísima, se quedó para siempre en mi manera de acercarme a la literatura. Algo de aquella rectitud, de aquella gravedad hace que muchos de los libros que hojeo en las librerías se me caigan de las manos al primer párrafo.
Alguien que dudaba de sí mismo cuando le concedían un premio, quizás no sea el mejor consejero en los tiempos que corren. En cualquier caso, gracias señor Goytisolo, por haber estado siempre del lado de la Literatura.


5 comentarios:

  1. Yo que los grandes siempre dudan. Los otros son los prepotentes, los engreídos, y esos casi nunca aportan nada!

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  2. No era simpático Goytisolo, pero era escritor y en mayúsculas. Como dices, siempre estuvo del lado de las letras y supo adentrarse en el mundo misterioso de nuestro vecino del sur. La pérdida es irreparable porque no hay reemplazos igual de buenos. Una lástima.

    Muchos besos.

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  3. Dentro de unas décadas nadie recordará el carácter del difunto escritor y si que quedarán (o no) las apreciaciones de sus letras. Por mi parte, los escritores "serios", por así decirlo, suelen dejar una huella indeleble en mi memoria literaria. Poco me han preocupado sus entrevistas y poco me sigue preocupando lo que queda fuera del volumen que tengo delante.
    Saludos.

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    1. Toda la razón del mundo. Sólo lo escrito permanece, como decía mi querida Emilia. Un abrazo.

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