lunes, 15 de diciembre de 2014

NOSTALGIA



Mientras Virgilio muere en Bríndisi no sabe
que en el norte de Hispania alguien manda grabar
en piedra un verso suyo esperando la muerte.
Este es un legionario que, en un alba nevada,
ve alzarse un sol de hierro entre los encinares.
Sopla un cierzo que apesta a carne corrompida,
a cuerno requemado, a humeantes escorias
de oro en las que escarban con sus lanzas los bárbaros,
Un silencio más blanco que la nieve, el aliento
helado de las bocas de los caballos muertos,
caen sobre su esqueleto como petrificado.
Oh dioses, qué locura me trajo hasta estos montes
a morir y qué inútil mi escudo y mi espada
contra este amanecer de hogueras y de lobos.
En la villa de Cumas un aroma de azahar
madurará en la boca de una noche azulada
y mis seres queridos pisarán ya la yerba
segada o nadarán en playas con estrellas.
Sueña el sur el soldado y, en el sur, el poeta
sueña un sur más lejano; mas ambos sólo sueñan
en brazos de la muerte la vida que soñaron.
No quiero que me entierren bajo un cielo de lodo,
que estas sierras tan hoscas calcinen mi memoria.
Oh dioses, cómo odio la guerra mientras siento
gotear en la nieve mi sangre enamorada.
Al fin cae la cabeza hacia un lado y sus ojos
se clavan en los ojos de otro herido que escucha:
Grabad sobre mi tumba un verso de Virgilio.
Antonio Colinas


[En la foto: Ugo y Luigi, dos marineros que me enseñaron los secretos de Cabo Palinuro] 

jueves, 6 de noviembre de 2014

Carol




La rabia es mi condición de vida desde siempre; son la ira y la violencia las que me lanzan a pintar; y el trabajo me apaga, me calma.
Carol Rama (Torino 1917)










domingo, 19 de octubre de 2014

Manuel


Nuevo número de la Caja de Pandora donde colaboro con un artículo sobre la figura del periodista y escritor republicano Manuel Chaves Nogales, muerto en el exilio en 1947.
Se puede descargar AQUÍ

martes, 7 de octubre de 2014

Boyhood


Lo que somos, lo que nos gustaría ser, lo que nos hacen, lo que hacemos, lo que entendemos, lo que malinterpretamos, lo que nos hace felices, lo que nos duele, lo que soñamos, lo que rechazamos, lo que elegimos... Aquello en lo que nos hemos convertido.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Gerda


Aunque Capa tenía que volver pronto a París, y Gerda iba a quedarse unos días más en Valencia para cubrir un congreso de escritores, durante aquel viaje estuvieron muy cerca el uno del otro. Ya no decían que eran solo copains. Tanto Szurek como Kantarowicz dieron por hecho que estaban casados; cosa que Capa aún tenía esperanza de poder hacer algún día.
Así que tal vez fuese en Valsequillo -y no en París o en Madrid- donde Capa, que se había despertado antes, fotografió a Gerda dormida en la cama, de costado, con las piernas fuera de las sábanas y dobladas como las de una corredora, el pelo corto revuelto por el contacto con la almohada y la boca entreabierta como una niña. Gerda llevaba puesto el pijama holgado con las perneras arremangadas, y su cara, inocente y desprovista de maquillaje, era pura y hermosa.
Cuando Capa disparó el obturador, Gerda se movió un poco y reclinó la cabeza sobre la almohada, como un gatito. Capa tomó otra foto. Quería conservarla para recordar los buenos tiempos, para recordar a Gerda cuando estuvieran separados.
Hotel Florida. Verdad, amor y muerte en la Guerra Civil. Amanda Vaill

lunes, 22 de septiembre de 2014

Osita


Donde la Osita le habla al Lobo y todo queda dicho para siempre
La autopista soy yo, tú, nosotros y cuando tu lengua busca la mía y se desenrolla, caracol en el caracol, tu lengua resbalando al infinito alargándose en el fondo de la boca, fragmento del tiempo fragmentado, larga cinta de asfalto caliente y también yo caracol; tu lengua se estira y soy un precipicio la trago y siguiendo esa fiebre sin fin tu rostro entra en mí, tu pelo, tus ojos que pestañean de sorpresa, se creían afuera, hacen cosquillas al abrirse a la altura de un calor interno, tú deslizándote hasta los codos, yo tragando tus nalgas sin que cese el beso, el primero.

Inventamos el aire ahí donde sólo hay humedad, calor y una noche surcada de relámpagos, y yo trago todavía tu codo, la otra nalga, tu sexo que resbala cálido y viviente en mí y que me tomará por mí también, te penetrarás porque antes de rehusar el retorno a la superficie, apenas a tiempo o quizá no a tiempo, la asfixia ya ha empezado sin duda, la inmovilidad del viaje nos ha ahogado (...) nuevamente somos caracoles refugiados en un caracol que viaja sobre el dorso de un pájaro sin alas ¿será posible arribar algún día?.

Con una voz quebrada, más de una vez, me has dicho: "Eres tan joven". No te equivocabas, pero qué velo te ha impedido ver todos estos años que también yo llevo conmigo, años de una edad mucho mayor que
-¡No me hables del tiempo!
Paro sí, hablemos, nosotros que no somos niños; estamos, estamos en el tiempo como en este viaje: dentro. ¿Es que no ves que no hay ya cuatro ni tres ni dos tiempos?

Por el momento, gran lobo marino, bogamos sobre un agua calma, clara, sólo agitada por visiones de riberas donde horrores, torturas y guerras se agitan y nos acechan. Pero nuestras olas foman una vasta ondulación que respira al ritmo de nuestra locura. Luz, y la oscura pasión que nos empujará hasta el fin, siempre hasta el fin y más lejos.

A fuerza de nadar en las grandes aguas negras, se aprende a flotar en la oscuridad. Boya de las peores tinieblas. Exluídas ya las vejeces humillantes, las pesadillas sanitarias; y el resto no es para ahora y ya no hay más soledad posible.

No abandonemos la autopista en Marsella, mi amor, ni en ninguna parte. No hay otra vuelta atrás que en espiral. Carol Dunlop.
Fragmentos de Los autonautas de la cosmopista
Carol Dunlop y Julio Cortázar

BLU


Es un color. Sólo puede verse cuando te acercas lo suficiente a las costas de Cabo Palinuro, al sur de Italia. Dicen que allí, la luz y los reflejos de las rocas producen esa tonalidad de azul, difícil de encontrar en otro lugar. Es un azul oscuro y luminoso a la vez, compacto, imposible de fijar en las palabras. Es como un sueño.