domingo, 21 de junio de 2015

Espacio


La versión en prosa de Espacio, aparece fechada en Puerto Rico en 1954. Para gran parte de la crítica, supone la culminación del universo poético de Juan Ramón Jimenez. Se ha hablado de la prosificación de su poesía, del autobiografismo, de la indagación en el tiempo y de la conciencia de su "yo" capaz de vencer a la muerte.
Juan Ramón dijo de esta obra: 
"Mi monólogo es la ocurrencia permanente desechada por falta de tiempo y lugar durante todo el día, una conciencia vijilante y separadora al marjen de la voluntad de elección. Es una verdadera fuga, una rapsodia constante, como los escapes hacia arriba de los fuegos de colores, de enjambres de luces, de glóbulos de sangre con música bajo los párpados del niño en el entresueño. Mi monólogo estuvo hecho siempre de universos desgranados, una nebulosa distinguida ya; con una ideolojía caótica sensitiva, universos, universos, universos. No conozco universo como aquel poema de universos".


A mí siempre me ha parecido delicioso este diálogo con las cosas. Este campo amarillo de la infancia que pasa por debajo de los puentes de New York:
"Y para recordar por qué he vivido", vengo a ti río Hudson de mi mar. "Dulce como esta luz era el amor...Y por debajo de Washsington Bridge (el puente más con más de esta New York) pasa el campo amarillo de mi infancia". Infancia, niño vuelvo a ser y soy, perdido, tan mayor, en lo más grande. Leyenda inesperada:"dulce como la luz es el amor", y esta New York es igual que Moguer, es igual que Sevilla y que Madrid. Puede el viento, en la esquina de Broadway, como en la Esquina de las Pulmonías de mi calle Rascón, conmigo; y tengo abierta la puerta donde vivo, con sol dentro. "Dulce como este sol era el amor".
(...)
"Y por debajo de Washington Bridge, el puente más amigo de New York, corre el campo dorado de mi infancia..." Bajé lleno a la calle, me abrió el viento la ropa, el corazón, vi caras buenas. En el jardín de St. John Devine, los chopos verdes eran de Madrid; hablé con un perro y un gato en español; y los niños del coro, lengua eterna, igual del paraíso y de la luna, cantaban, con campanas de San Juan, en el rayo de sol derecho, vivo, donde el cielo flotaba hecho armonía violeta y oro, iris ideal que bajaba y subía, que bajaba... "Dulce como este sol era el amor".
Espacio. (Fragmento segundo). Juan Ramón Jiménez

2 comentarios:

  1. Nueva York y los poetas: parece que todos se sienten como en casa. G-enial.
    Saludos.

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  2. Hay algo familiar en cada calle, en cada esquina, en cada edificio...o es que hemos visto muchas películas:). Un abrazo.

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