viernes, 15 de mayo de 2015

Vilas 3


Lisboa [Foto: Lulafortune]
EL POETA DE CINCUENTA AÑOS

No sabes cómo has alcanzado a vivir cincuenta años,
la gente como tú siempre se marcha con veintiocho o treinta,
o treinta y cinco o como mucho cuarenta y uno en el mejor
de los casos,
no por romántico, ni por destino heroico, ni nada de eso,
dios santo, esas palabras casi me enferman;
nada de eso nunca, por favor, por favor, mil veces por favor,
sino por defecto de fabricación, por falta de inteligencia en
todo caso.
Defecto de fábrica, eso es todo: malos órganos,
neuronas atrofiadas, sangre vaga, debilidad mental,
pensamientos errados, equivocaciones, errores vulgares,
un excedente de chapuzas en el cuerpo y en el alma.

Bueno, eras un buen madrugador; tenías un estupendo
despertador.
Ir a trabajar y madrugar orienta en la vida.

La gente te habla de libros ahora; justo ahora
cuando ya no te importan los libros,
¿a quién con cincuenta años puede importarle los libros
sino a los grandes beneficiados por los libros?

No, queridos, no me habléis de libros.

Habladme de quienes los escribieron desde la miseria.

Me importa, sí, la miseria, la humillación, el desprecio, el
insulto,
el silencio, el hundimiento de quienes escribieron
esos libros de los que me habláis ahora
con tanto entusiasmo, en una fiesta literaria de verano,
con exquisita comida,
con una excelente terraza frente al mar,
con champán y vinos caros,
con gente sonriendo, con gente muy feliz,
con mujeres muy guapas y muy jóvenes y chicos atléticos.

Me importa el amor,
eso sí me importa;
el amor eternamente
no correspondido,
eso fue para mí la poesía.

Manuel Vilas. El Hundimiento.

4 comentarios:

  1. Joder qué poema más.eeeh ¿triste? ¿desencantado?
    La foto me gusta mucho. Y ya no tengo que preguntar de quién es (jaja)
    Un salueeeeeeeeeh.....un abrazo!!

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    1. A mí la palabra que se me ocurre al leer a Vilas es "tremendo"... Un abrazo.

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  2. Pues me parece realmente optimista, fíjate. Eso quiero yo para mí algún día, sentarme tranquilamente en un rincón a contemplar el ocaso. El de verdad. El último. El fin de la eternidad.
    Saludos.

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    1. Como decía Biedma: "no pensar, no escribir, no pagar cuentas, vivir -como un noble arruinado- entre las ruinas de mi inteligencia". Un abrazo.

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